Hogar.
Cuando la gente piensa en la palabra hogar normalmente siempre aparece la imagen de una casa en sus mentes, pero ¿qué pasaría si un hogar significara una persona y no un lugar? Muchos dirían que eso es imposible, algo loco, pero hay gente que cambia constantemente de casa o país y por eso no se siente ligada a un lugar sino a una persona u objeto. O un indigente, incluso él puede sentir que su caja de cartón o la esquina donde duerme es su hogar.
En mi opinión un hogar no es un lugar sino una persona. Por esa razón desde hace mucho tiempo he perdido mi hogar. He perdido a la persona que más he amado.
De eso ya ha pasado mucho pero aún así el tiempo no ha logrado curar la gran cicatriz que tengo en mi corazón después del ascenso al Cielo de mi querida Anna. Hoy en día vivo mudándome constantemente, como un nómada, tratando de convencerme que algún día seré capaz de olvidarle aún cuando mi corazón y alma me responden que eso no será posible, porque el día que la perdí también perdí el hogar en el que sabía que podía regresar a buscar consuelo cuando las cosas no fueran bien. Por eso, tienes que aprender que la vida es injusta, los "felices para siempre" no existen en la vida real, las personas no sobreviven milagrosamente, en lugar de eso, mueren.
Yo tengo todo el derecho de decirlo, aún cuando la gente me diga pesimista, pues yo sólo veo la realidad tal y como es, porque cuando atraviesen las mismas situaciones por las que yo he estado, dejarán de llamarme de ese modo. Aunque sinceramente lo dudo, dudo que esa gente que ve como ponen a sus seres queridos en cajas y las entierran en las profundidades de la Tierra, puedan llegar a ser capaces de entender el dolor del vacío que se siente al darte cuenta que las cosas ya no serán iguales. Qué cuando llegues a casa ella ya no te estará esperando con una sonrisa en su rostro, qué ya no habrá nadie a quien hacerle cosquillas hasta que te pida que pare, qué ya no estará ahí cuando más la necesites, que ya no habrá nadie que te saque una sonrisa cuando sientas que es el peor día de tu vida, que ya no estará ella siendo el soporte del que me aferro cuando sienta desvanecerme, qué ya no habrá nadie ocupando un espacio en la cama a tu lado, pero aún más importante, qué ya no habrá nadie que te ame tanto como tú la amaste.
Por esa razón hay veces que cuando cierro los ojos puedo jurar que aún puedo oler su dulce fragancia cuando la abrazaba fuertemente, aún puedo sentir sus labios sobre los míos mientras ella me besaba, aún puedo sentir su piel tibia sobre la mía, aún puedo ser capaz de oír su voz diciéndome cosas dulces, y que aún la puedo sentir cerca de mí, Viva.
Cada vez que eso pasa, me obligo a mí mismo a abrir los ojos y volver al mundo real en donde se supone que tengo que vivir. Aunque cada vez que regreso me cueste trabajo recibir el fuerte golpe que la realidad me da cuando me estoy consciente de lo que está a mí alrededor. El mundo sigue igual sin ella y eso es lo que más me duele. Es como si su partida no hubiera afectado el rumbo de las cosas en el resto del mundo, la gente aún sigue llendo al cine a divertirse, aún sigue enferma, aún sigue peleándose, aún sigue siendo egoísta, aún sigue cometiendo el mismo error una y otra vez, en pocas palabras: aún sigue con su vida. Quisiera y no quisiera a la vez nunca haberla conocido. Quisiera, para que así no tuviera que lidiar con este dolor que me carcome lentamente por dentro, quisiera, para que mi vida siguiera como las de la demás gente, quisiera, para que todo siguiera bien. Pero no quisiera por que este sufrimiento no sólo me ha traído desgracias, sino también alegrías, no quisiera porque mi Anna fue la que me enseñó a amar a alguien más que no fuera yo, no quisiera porque si jamás la hubiera conocido, jamás hubiera experimentado que es entregarle tu corazón a otra persona.
Y cuando alguien me pregunta por ella, tengo que recordarme que no debo sentirme apegado a alguien muerto, porque no puedo seguir leyendo la misma página del libro que no me dejará dar vuelta a la siguiente página. Porque, ¿cómo pienso terminar el libro de mi vida cuando me quedo atascado en un capítulo de muchos que me esperan con tristeza? Debo seguir adelante porque sí.
Y aún cuando hubo un momento en el que sentí que mi mundo se derrumbaba frente a mis ojos soy feliz, porque sé que las cosas no son paran siempre, sé que este sufrimiento no será para siempre, sé que algún día seré capaz de volver a mi hogar. Mientras tanto, viviré todo lo que puedo por ella porque le hice una promesa y no estoy dispuesto a romperla. Viviré todo lo que ella hubiera querido que viviera, para así poder merecer el privilegio de poder regresar a casa.
En mi opinión un hogar no es un lugar sino una persona. Por esa razón desde hace mucho tiempo he perdido mi hogar. He perdido a la persona que más he amado.
De eso ya ha pasado mucho pero aún así el tiempo no ha logrado curar la gran cicatriz que tengo en mi corazón después del ascenso al Cielo de mi querida Anna. Hoy en día vivo mudándome constantemente, como un nómada, tratando de convencerme que algún día seré capaz de olvidarle aún cuando mi corazón y alma me responden que eso no será posible, porque el día que la perdí también perdí el hogar en el que sabía que podía regresar a buscar consuelo cuando las cosas no fueran bien. Por eso, tienes que aprender que la vida es injusta, los "felices para siempre" no existen en la vida real, las personas no sobreviven milagrosamente, en lugar de eso, mueren.
Yo tengo todo el derecho de decirlo, aún cuando la gente me diga pesimista, pues yo sólo veo la realidad tal y como es, porque cuando atraviesen las mismas situaciones por las que yo he estado, dejarán de llamarme de ese modo. Aunque sinceramente lo dudo, dudo que esa gente que ve como ponen a sus seres queridos en cajas y las entierran en las profundidades de la Tierra, puedan llegar a ser capaces de entender el dolor del vacío que se siente al darte cuenta que las cosas ya no serán iguales. Qué cuando llegues a casa ella ya no te estará esperando con una sonrisa en su rostro, qué ya no habrá nadie a quien hacerle cosquillas hasta que te pida que pare, qué ya no estará ahí cuando más la necesites, que ya no habrá nadie que te saque una sonrisa cuando sientas que es el peor día de tu vida, que ya no estará ella siendo el soporte del que me aferro cuando sienta desvanecerme, qué ya no habrá nadie ocupando un espacio en la cama a tu lado, pero aún más importante, qué ya no habrá nadie que te ame tanto como tú la amaste.
Por esa razón hay veces que cuando cierro los ojos puedo jurar que aún puedo oler su dulce fragancia cuando la abrazaba fuertemente, aún puedo sentir sus labios sobre los míos mientras ella me besaba, aún puedo sentir su piel tibia sobre la mía, aún puedo ser capaz de oír su voz diciéndome cosas dulces, y que aún la puedo sentir cerca de mí, Viva.
Cada vez que eso pasa, me obligo a mí mismo a abrir los ojos y volver al mundo real en donde se supone que tengo que vivir. Aunque cada vez que regreso me cueste trabajo recibir el fuerte golpe que la realidad me da cuando me estoy consciente de lo que está a mí alrededor. El mundo sigue igual sin ella y eso es lo que más me duele. Es como si su partida no hubiera afectado el rumbo de las cosas en el resto del mundo, la gente aún sigue llendo al cine a divertirse, aún sigue enferma, aún sigue peleándose, aún sigue siendo egoísta, aún sigue cometiendo el mismo error una y otra vez, en pocas palabras: aún sigue con su vida. Quisiera y no quisiera a la vez nunca haberla conocido. Quisiera, para que así no tuviera que lidiar con este dolor que me carcome lentamente por dentro, quisiera, para que mi vida siguiera como las de la demás gente, quisiera, para que todo siguiera bien. Pero no quisiera por que este sufrimiento no sólo me ha traído desgracias, sino también alegrías, no quisiera porque mi Anna fue la que me enseñó a amar a alguien más que no fuera yo, no quisiera porque si jamás la hubiera conocido, jamás hubiera experimentado que es entregarle tu corazón a otra persona.
Y cuando alguien me pregunta por ella, tengo que recordarme que no debo sentirme apegado a alguien muerto, porque no puedo seguir leyendo la misma página del libro que no me dejará dar vuelta a la siguiente página. Porque, ¿cómo pienso terminar el libro de mi vida cuando me quedo atascado en un capítulo de muchos que me esperan con tristeza? Debo seguir adelante porque sí.
Y aún cuando hubo un momento en el que sentí que mi mundo se derrumbaba frente a mis ojos soy feliz, porque sé que las cosas no son paran siempre, sé que este sufrimiento no será para siempre, sé que algún día seré capaz de volver a mi hogar. Mientras tanto, viviré todo lo que puedo por ella porque le hice una promesa y no estoy dispuesto a romperla. Viviré todo lo que ella hubiera querido que viviera, para así poder merecer el privilegio de poder regresar a casa.